Tandil


Me habían quedado guardadas estas fotos del viaje a Tandil que hicimos el último fin de semana de septiembre.


















Necesitábamos algo, aunque sea un ratito de naturaleza y tranquilidad antes de terminar el año.
Hay algo del cambio estacional registrado en nuestra animalidad que activa el instinto de migración. Elegimos Tandil, porque hay un no se qué en los relieves terrestres que nos llama y extrañamos, y todavía Mendoza se hace largo para emprender una travesía como solíamos hacerlo antes de Boris. Y aunque viajar es en si misma una actividad que produce en alguna medida cierto estrés, las cualidades energéticas exceden cualitativamente estos riesgos asumidos.
Nos hospedamos en Brisas Serranas, un complejo de cabañas, con pileta climatizada, spa y restó, buscando la mayor comodidad posible para descansar y tener todas las necesidades de viajar con un niño cubiertas; claro que nada de ésto fue mas importante para Boris que ver los pájaros comer las migas del desayuno al aire libre, tener la puerta siempre abierta al jardín y recolectar frutillas (así le llama a los frutos del crataegus) de "la granja" (como llamaba a la cabaña). 
Fue un fin de semana de un clima fluctuante; mientras el sol acompañó hicimos una pequeña recorrida por el pueblo y conocimos el dique, y cuando cedió lugar a la lluvia, tomamos mate y comimos picadas,  algo inevitable en la ciudad de los embutidos.

Ese domingo comencé de la mejor manera mis 33 años.


2 comentarios

  1. Que lindo viaje! Preciosas fotos! dan ganas de tomarse un descansito asi!
    beso

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  2. Gracias Estrellita! Ya estaríamos necesitando otro como este! jaja beso

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© SubliMeli
Maira Gall