Otoño de resurrección

“La entrada al ciclo anual es siempre el otoño con el fortalecimiento del yo frente al dragón bajo la guía de Micael. Es cuando, después del verano, el ser humano vuelve a la vida cotidiana, a lo mecánico, al ámbito de las ciencias naturales, es decir, a la esfera del dragón.

Pascuas en otoño tiene de algún modo un tinte brutal: la naturaleza va rumbo a la tumba; la naturaleza, la vida y la mitad del contenido de la fiesta de Pascuas se convierten en sepulcro; la otra mitad no está a la vista. Ante este panorama uno se siente abandonado a sí mismo y surge el miedo.

Puedo vivir y bajar al sepulcro de la vida terrestre, donde de otro modo quedaría a merced de las fuerzas adversarias de invierno. Puedo confiar de que Él me lleve a la otra orilla; pues, Él garantizó que haya otra primavera, que siga la vida. La cognición del espíritu me permite mantener el contacto con mi patria espiritual,

Esto es la resurrección, la respuesta al anhelo más profundo del ser humano de que haya mañana, de que haya futuro.
La idea de Pascuas en otoño implica entonces enfrentar todo miedo y todo temor con conciencia, soltar lo físico que está destinado a morir, para aferrarse al espíritu que asciende de la tumba”.

Marita Kromberg

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