Simple no es sinónimo de fácil - Secuela 2020


Hace unos años escribí una entrada que se titulaba “simple no es sinónimo de fácil”. Era verano, Boris tenía 8 meses y estaba cortando sus dientitos de leche; pasaba por la llamada “crisis de los 8 meses” en la que el niño comienza a registrar que es un cuerpo separado de la madre, y como efecto contrario nos la pasábamos todo el día pegados. Yo tenía un deseo ardiente por volver al banco de trabajo y me frustraba no poder hacerlo. La maternidad “es” desde que existe el ser humano y por tan natural parece simple, pero no estaba siendo fácil para mí. En un intento de simplificar la complejidad de la circunstancia, me propuse un impasse en mi trabajo. Dejar de hacer y pensar en joyas, para hacer lugar a otras vivencias internas que pujaban por ser metabolizadas entre tanto movimiento externo. Ahora que lo veo en retrospectiva, una propuesta demasiado ambiciosa; a veces no se si soy mi amiga o mi peor enemiga. Pero por suerte tengo amigas que  me salvan de mí misma y una de ellas me pidió que le hiciera un anillo. La consigna era que fuera muy simple, para usar todos los días. Desde que Boris nació tenía la idea de hacer una línea de joyería simple. Lo pensaba desde el lugar de la comodidad para una mujer-madre de usar una joya que no lastimara al bebé, una joya que pudiera usarse con cualquier atuendo (precisamente porque “cualquier cosa” suele ser el atuendo regular de una mujer-madre) y, aun mas, filosóficamente, desde la pulsión de ordenar prioritariamente lo poco, lo necesario y lo que realmente tiene un valor a la hora de... a toda hora, sobre todo en esa circunstancia de la vida.

Me pareció una excelente oportunidad para empezar a esbozar esta nueva colección y la excusa perfecta para despuntar el vicio de hacer con las manos. Bueno... creo que ese anillo me llevó mas tiempo y desaciertos que la pieza mas compleja que había hecho hasta ese momento (a veces no se si mis amigas son mis amigas o mis peores enemigas. Cuac!)

Pensé “simple no es sinónimo de fácil”.
Y ese momento fue como la pepita de oro reluciendo en el barro. Comprobé que era una afirmación que podía aplicar a casi todo lo que vivía. Se convirtió en una máxima para mí.

Pasó el tiempo y esa línea de joyería nunca prosperó. Hoy Boris tiene 5 años y 8 meses, y esta cambiando aquellos dientes de leche no sin menos movimientos internos que cuando le crecieron. La otra noche soñó que yo me moría -lo cual me dijeron que suele ser síntoma de un proceso muy importante de individuación de los niños- y nos la pasamos todo el día pegados como cuando era un bebé. Por suerte a esta altura no me embarco en grandes hazañas y puedo ser mas flexible en cuanto a entender que hay un tiempo para cada cosa, y hay tiempo para todo.
En una conversación al pasar una amiga me dijo “ya se acaba el verano y no hice nada de lo que quería hacer... yo que creí que ahora iba a tener mas tiempo, con los chicos de vacaciones todo el día en casa no pude hacer nada!”. Sentí como un dejavú, porque esa conversación es del tipo de conversación entre amigas-colegas-madres, y obviamente ya la habíamos tenido, así, tal cual, en otros momentos.
“Te entiendo, me pasa” le dije y tuve una sensación de sorpresa y alegría, como cuando se encuentra algo que se estaba buscando.
Nos tranquilicé “De todas formas no sé por qué seguimos comprando la idea de que en verano y con los niños de vacaciones, va a ser mas fácil que concretemos todo lo que no pudimos durante el año! Hacé una cosa, anotate todo eso que queres hacer en una libreta, porque probablemente no lo hagas ya, pero de a poco lo vas a ir haciendo...”.

Ahí conecté con esa suerte de epifanía de que lo simple no es necesariamente fácil, y saqué la cuenta: pasaron cinco años de eso, cinco veranos me llevó internalizarlo.
Volví al blog, que es algo así como mi libreta de notas y leí aquella entrada mientras hacía el raconto de todo esto que escribo.
Descubrí las curiosas similitudes entre aquel momento y hoy día, la dialéctica de los aprendizajes y las diferencias en los terrenos conquistados. También me di cuenta que sin proponérmelo, mas bien al contrario, con la idea de no proponerme grandes empresas que quizás no pudiera realizar, saqué de la lista de pendientes esa serie de joyas que tenía ganas de hacer hace tanto.
Hey lo estoy haciendo! Mira mamá sin manos!
Me alegré, me alegró poder ver el brillo de los pequeños logros en grandes períodos de tiempo.
Algo que si me pongo a pensar, en realidad es es muy simple.
Aunque no por eso fácil.
Y por eso es oro.







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