Meditar en el ciclo anual y las estaciones me centra y me sintoniza con un calendario con real sentido. Distingo dos caminos paralelos que colaboran en una mirada más amplia de mi persona: uno, la tendencia natural, regida por el clima, la luz, los procesos biológicos, y otro, el llamado a compensar esa naturaleza desde lo anímico, lo humano.
Hoy que empieza el invierno la energía en la naturaleza está concentrada en el seno de la tierra. Lo que está sucediendo está en la oscuridad. Debajo del cúmulo de hojarasca pútrida que dejó el otoño, el suelo combustiona las semillas. Hoy que será la noche más larga del año, y aunque no es fácil lidiar con la propia oscuridad, vale pensar qué se cuece en ella. Tomar como abono nuestros desaciertos para crear un entorno fértil a nuevas formas de vida que esperan desplegarse. Sellar esta imagen en el corazón en una ceremonia personal, prendiendo una vela, compartiendo en la mesa un plato caliente, y predisponernos a dejar entrar de a poco la luz otra vez.
Feliz solsticio invernal!
Meli
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